La angustia ahorca pero no destruye
La angustia ahorca pero no destruye

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La angustia rompe pero no destruye.

Llamar al psicólogo implica un punto de angustia.

Hubo algo que le hizo al paciente ponerse en contacto con el psicólogo, esa es una razón económica que atiende al desequilibrio psíquico. Eso es lo que debe motivar al analista a no desperdiciar esa oportunidad para agendar la primera sesión a la brevedad. Si esto tarda, el desequilibrio se acomoda y la angustia cesa, por principio de constancia, la homeostasis.

Así como en el centro del tablero de ajedrez, se debe mantener la presión en un punto de angustia. Romper con un movimiento debe ser premeditado y certero, teniendo en cuenta la situación del tablero, para que el analista salga en ganancia de material o de posición con respecto a las defensas inconscientes.

Si no se mantiene la presión en el centro del tablero, la contraparte se reacomoda, vuelve a armar las defensas. El paciente verá bajo engaño que no estaba tan mal, que ya no necesita del dispositivo porque puede seguir así, al fin y al cabo la angustia que parecía tan enorme, ya no es nada, no lo destruyó.

Entonces, si se logra que la contraparte responda y mantenga ese punto de angustia hasta que el analista haga su movimiento, la interpretación, el paciente se verá obligado a cumplir la demanda, la cuota de esfuerzo, que le pide la situación analítica para que esta se dé.

Mantener la presión en el centro y posicionar las piezas para romper con un movimiento, desmontando las defensas. De esa forma se aprovecha la angustia de la primera sesión y la que moviliza al paciente a seguir asistiendo.

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