Amar es hacer espacio para lo que duele
Amar es hacer espacio para lo que duele

¿Te gustó el artículo? ¡Compártelo con tus amigos!

2 min de lectura

Inicia tu proceso terapéutico

Agenda tu recepción de caso y descubre cómo podemos acompañarte
2 min de lectura

Amar es hacer espacio para lo que duele

Por más ganas que uno tenga de cambiar algo en su vida, no se dará si no hay un espacio para llevarlo a cabo.

Los cambios profundos son muy distintos a la superficialidad instrumentalizada que venden en redes sociales. Uno puede intentar despertarse todos los días en la madrugada, hacer ejercicio y seguir las más absurdas rutinas de optimización instantánea que no tienen en cuenta el contexto de las personas. El resultado más probable es que se caiga, se desmorone ese andamiaje.

Todo eso se cae, pero no deja las cosas tal y como estaban. Al contrario, puede iniciar una avalancha que irrumpa y rompa todo a su paso. Se instaura la sensación de que uno falló y la única fuente de responsabilidad fue el Yo; la avalancha es de culpa. Cuando supuestamente la rutina prometía la vida plena, el único eslabón contra el que se puede arremeter, la única pieza débil porque no es una máquina, es el propio ser. Lo humano ha sido objeto de crítica desde posturas científicas que justifican la repulsión de ese exceso que se sale de la figura perfecta y la adoración de la artificialidad infalible. Esa es la ciencia moderna desde donde parten varias psicologías.

Para que un cambio sea profundo, e impacte en la lógica con la que se vive, debe nacer de algo igual de hondo. Se trata entonces de poner la terapia como un punto importante en la vida del paciente, porque es de allí de donde surgirán, con paciencia, escucha e intervención, las comprensiones que lo habilitan a darse cuenta y hacer los cambios que quiera, si es que quiere.

Ir a terapia significa asistir a todas las sesiones en un horario, pagar las sesiones a las que no se asiste y tolerar que se digan cosas que a veces no se quieren escuchar, entre otras cosas que se relacionan con las funciones yoicas del paciente y la habilidad analítica del analista. Si la terapia sigue pese a esto, es porque se tiene más aprecio al tratamiento que a los síntomas, es decir, al narcisismo neurótico. Ahí empieza el cambio.

Hacer tiempo para acudir a terapia habla del amor por encima del analgésico instantáneo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *